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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Afuera

La plaza está iluminada como nunca. Navidad aún no llega, pero el verano se anuncia en los carros paseantes. La gente nunca está tranquila. Ahora, si bien descansan de ciertas amarguras que arrastran como la memoria y los años, prefieren reposar, a los gritos, sonrientes bajo un árbol frondoso. Yo los miro de lejos. Cerca, en la mesa próxima, tengo gente que pertenece a esa camada de personas alegres, pero que se han quedado sin su pedazo de plaza. O, tal vez, son hippies con ropas nuevas y no quieren ensuciar sus trajes universitarios. Lo cierto es que tanto ellos como yo estamos en el mismo espacio; aunque la física lo refute, el sentido común entiende. Ellos brindan y sonríen y declaran la guerra al amor instituido; ellos saben, ya lo vieron, comprobaron en sus viejos el fracaso y el dolor. Uno cita de memoria un pasaje de una obra que, intuyo, ha leído. Causa gracia en los otros, que se ríen y lo burlan buscando su aprobación. Todos acuerdan que la literatura es una fiesta, l