Nado bajo las férreas gotas de tu olvido.
Eres, has sido y serás, la muda alegría de los ojos que,
nítidos, observan el fuego y evocan el precioso eco
de los dispares otoños de la historia.
Sabes, como supieron los incautos, que la densidad de esta oscuridad matinal
perseguirá tus recuerdos hasta despojarlos del abrigo del tiempo.
Nado, ya las palabras no se deciden,
lento
bajo las férreas naves de tu olvido.

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