Los trenes golpean el espeso barro de tus ojos,
las carnes agobiadas del ayer, hoy son de otros
y nadie canta el estribillo de tus sueños.

"Nadie", sujeto absurdo.

Nadie golpea las teclas al leer,
no es otro el estéril devorado por el tiempo,
jamás el amor se demostró tan lleno de polvo.


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