I

Respiración, marcas, silencios.
Es tan difícil describir
las estructuras precisas
de los recuerdos (verdaderos).

Con ojos que no ven
hay que fingir un intimismo
que dispare en direcciones diversas,
obedientes al deseo de decir
—esta vez desde los márgenes—
lo contrario de lo que construye
la retórica de las recurrencias:
la complicidad, el oficio,
que rodea la vida
hasta ignorarla.

La precisión es imposible.

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